24 abril 2006

Mariposa nocturna

Sentado bajo la esperanza desafío al anochecer
Tomo consejos sabios junto a mi café
Halo una de mis plumas y escribó mis memorias…

MARIPOSA NOCTURNA


Erase una vez un corazón que volaba dibujado en las alas de una mariposa nocturna. Un corazón que se abrigo en un capullo de seda plateada y que fue incubado por las caricias regaladas que brotaban de los deditos de una niña hada.

Maldición! –gritaron las brujas–

Diferente –lo nombraron los eruditos–

Castigo divino –pensaron los sacerdotes–

Lo cierto es que era un corazón sensible, que se hacia translucido cuando las alas de la mariposa se mojaban, un corazón simple que se escondía en el oscuro de aquel extraño insecto, y cuando este se posaba cerca a los colores de alguna flor, en reverencia ante la belleza, la mariposa cerraba sus alas y tímida las abría para dejar notar el corazón que en el oscuro púrpura se escondía.

La mariposa era negra, de un ébano lustroso que confundía su vuelo entre la noche, dejando ver sólo un corazón volátil en el oscuro imperecedero. Sus antenas eran retorcidas, como cadenas de condena y colgaban como péndulos de un reloj en el viento; sus ojos saltones ávidos de luz, dejaban saber que ella aún en su ceguera, deslumbraba un horizonte distinto a los que otras mariposas podrían ver como realidad.

Su cuerpo piloso, era como si estuviera cubierto de cuero y púas que se alzaban amenazantes ante cualquiera que quisiera llegar al corazón que ella resguardaba entre sus alas. Aparentaban púas de acero, pero eran solo filamentos largos que nacían de su piel, como la larga cabellera negra de los bohemios amantes de la luna o a la usanza de los caballeros que morían dentro de sus armaduras. Así también su cubierta, era como de becerros sacrificados a dioses paganos, pero sólo era la piel de una mariposa inocente que vagaba en la oscuridad de la noche.

Una mañana, cualquier mañana, no importa cual. Dos mariposas diurnas de espectaculares colores, comentaban sobre el vuelo torpe de la mariposa negra, que albergaba el corazón tatuado en sus alas, y en los primeros murmullos del día esto fue lo que se escucho:

¡Mira que fea es! Es tan ciega que no puede ver lo bello de este amanecer. Y aunque tiene un corazón tatuado, de nada le vale por que nadie lo puede ver en la oscuridad donde habita.

Con esas palabras hirientes retumbando en su cabeza, emprendió el vuelo de regreso, pero nuestra amiga no viajaba sola, la acompañaba el corazón sencillo tatuado en sus alas y lágrimas contenidas por el dolor que ella sentía al sentirse diferente.

Y esa mañana, llena de dolor y cansancio, no llegó a esconderse bajo las hojas secas que le servían de hogar, si no que extenuada en su vuelo se posó sobre una estatua que adornaba el cementerio. Ahí sobre el frió brazo del personaje de cemento que engalanaba una cripta, ella quebró en llanto por el solo hecho de sentirse diferente o tal vez fueron esos comentarios la gota que rebasó el baso que acumulaba sus lágrimas. Y por primera vez sintió el latido del corazón tatuado en sus alas y una suave voz que nacía de ese mismo latido, una voz que no preguntaba, ni decía, era una voz que se hacia melodía y cantaba para su alma. Poco a poco ella se calló, y la voz la arrulló; sus ojos saltones, cansados y dañados por el sol recién nacido la llevaron a esconderse al pequeño mausoleo que la estatua ornamentaba y ahí, sobre unas flores muertas dejo caer sus alas y su cansancio.

Pronto el sol cubrió el cementerio y la bóveda de muerte se cubrió de sombras y ella pudo sentirse como pez en el agua y pudo leer los versos que la lapida de mármol contaba:

Aquí hace un hombre que creyó en el amor y fue sepultado en dolor del recuerdo.
Ven búscame como mariposa nocturna y revolotea sobre las flores secas que adornan mi cripta.

El corazón tatuado, al leer la lapida sobresaltó de las alas y se dió cuenta que era la misma inscripción que tenía aquella que cubrió el cuerpo donde ella habito y sus lagrimas brotaron como el néctar de una amarga flor. Había vuelto a casa, había encontrado su principio, su triste recuerdo. Y tanto fue su amargura que la mariposa abrió sus alas por el peso del dolor y dejo suelto al corazón para que pudiera volar como ella le había enseñado, libre en medio de la oscuridad… Y ella flotó meditando en voz alta:

Los ojos de aquel ser ya no eran mas la chispa alegre que yo encendía, ahora eran polvo, solo recuerdos que dolían como enredadera de espinas que se abraza terca a la herida. Y sus labios, aquellos pequeños, que sembraron tanto besos y comulgaron con tantos te amo, ya resecos de pasión, habían muerto junto al silencio de su voz que en el eco de su memoria dibujaba el nombre de su amada, a quien hace tanto tiempo le dedicó versos desde el dolor de su alma y la fuente de su soledad.

Aquel corazón alado, flameaba sobre su recuerdo y como magia de luna, de ella llovía roció de jazmines, como lágrimas de olvido, como perlas negras que morían sobre las flores secas que bañaban el aroma añejo de ese momento.

La oscura bóveda con aroma a muerte se lleno de paz y el corazón volátil en medio de su llanto aprendió a elevar una plegaria usando el silencio de la alquimia en el alma y rogó con toda la desesperación que de ella brotaba:

Arquitecto del Universo, si tú me dejas volver a latir, pompearé savia de sueños a los cuerpos marchitos de esperanza.

Y dicen las almas y los cuentos de las brujas, que de la estatua de concreto que custodiaba la cripta, se descongelo como el hielo en primavera.

Y dicen los duendes, y cuentan los tallados en los árboles secos del cementerio, que de aquella estatua nacieron alas, como las alas de la mariposa, púrpuras y oscuras, pero bellas con el mismo corazón tatuado.

Y dicen las leyendas de mi abuela y cuento yo, que yacía en aquella tumba.

Que de esa mariposa y de ese corazón, nació un ángel, que el Creador llamo Azul.

17 abril 2006

Ella

Desconocida por la gente, sumergida en la oscuridad, irreconocida por el mundo… Así era ella.
Con su pelo largo hasta la barbilla y corto por atrás, de un color negro intenso. Su ojo derecho era de un amarillo-rojilento y el izquierdo marrón, sus labios perforados y su cara demacrada.
Un cuerpo cubierto, ni en verano se dejaba ver… Una persona sin alma, una persona sin ser.
Se sumergía en sí misma, no se dejaba conocer, torturada por su vida, sin nadie en quien poder recaer.
Una vida muy oscura, como un túnel que nunca acaba…
Una vez te sumerges dentro, no hay escapatoria a la que socorrer…
Ella era una persona insensible, no sentía nada desde que empezó.
Su faz tapada por su flequillo, no la dejaba mostrar, escondía una mirada oscura, una mirada para matar.
Su cabeza no tenía ideas, tan sóloo pensamientos… pensamientos oscuros, que ni tú ni yo sabemos…
Una persona que nunca llegué a conocer, y dudo que nadie conociera… Una persona que tú puedes ver, pero no te espera…
Es como la muerte en persona, nunca la puedes atrapar… Si te persigue estás muerto, ya que sus pensamientos pueden matar.
Varias veces intentó suicidarse, pero su subconsciente la paró… Al fin y al cabo si muriese, nadie sabría que existió…

12 abril 2006

Funeral Song

Una espesa cortina de agua me impide ver con claridad. Avanzo en dirección contraría al gentío que, sorprendidos por la lluvia, ha decidido aplazar sus planes para mas tarde, incluso para días después. La presión que siento en el estómago me impide respirar con facilidad. Sólo quiero llegar cuanto antes, ver que no ha ocurrido nada, sólo cuatro rasguños y quizás alguna pequeña herida sangrando en tu cuerpo, pero aún así mis piernas temblorosas no parecen dispuestas a aumentar su velocidad.
El semáforo de peatones cambia de rojo a verde, y cruzo la calle. No puedo evitar mirar la cafetería en que comenzó todo, y ver un esbozo de sonrisa reflejado en el cristal. Lo pasamos tan bien aquel día... Tomé granizado de limón, tú unas fresas con nata. Reímos con tus relatos, algunos veraces, otros inventados... el resto mitad y mitad.
Sigo caminando, y alguien me empuja. Pero qué mas da. Sólo quiero llegar junto a ti, y ver como estás. Ya oigo las sirenas de los coches de policía, no estás muy lejos. Paso junto al parque en el que nos conocimos, cuando éramos pequeños. Me ayudaste a levantar aquel inestable castillo de arena. Siempre me has ayudado aún con las cosas inestables...
Sigo caminando, veo las luces parpadeando a lo lejos. Esta vez, los ojos se me humedecen, la presión de mi estómago aumenta, nace un nudo en mi garganta. Sé que no estás bien...
Llego por fin al lugar, pero me limito a observarlo todo desde varios metros de distancia. En parte por que mis piernas se niegan a avanzar tan solo un poco mas, en parte por que tengo miedo de encontrarte.
Distingo la silueta de tu coche bocabajo, humeando un poco. Los policías hablan por sus walkie-talkie. Se oye la sirena de la ambulancia a lo lejos.
Entonces, te veo. Un cuerpo inmóvil en el suelo. Aunque las gotas de lluvia resbalan por mis mejillas, puedo sentir mis lágrimas mezclándose con ellas.
Comienzo a avanzar hacia ti. De entre mis labios escapa un gemido contenido.
Mis piernas se doblan y caigo arrodillada ante ti. Tu rostro expresa paz... y quizás un poco de dolor... Acaricio tus labios con la yema de mi índice. Luego poso la palma de mi mano izquierda en tu mejilla, y cierro los ojos, como si así el aire pudiera entrar mejor hacia mis pulmones.
Noto tu mano sobre la mía, y te oigo susurrar mi nombre. Al abrir mis ojos te veo sonreír. Pronuncias un silencioso «te amo» y vuelves a cerrar los ojos, para no abrirlos nunca más. Tu mano se separa de la mía, volviendo a caer al suelo por su propio peso. Contemplo tu rostro, tu sonrisa, y sin darme cuenta imito tu gesto. Levanto tu cuerpo y lo abrazo, aun sabiendo que ya no estas en él, que no hay vida en su interior. Vuelvo a suspirar y me levanto, sin volver a mirarte.
Jamás volveré a amar a nadie como te amo a ti.
En ese momento pasó al lado de uno de los policías y, con un fluido movimiento, le quito la pistola. El ruido del tiro apuntado hacia mi sien hace volverse a todo el mundo. Todos observan como mi silueta cae al suelo, y como la sangre sale sin cesar de mi cabeza.
Mientras a mí alrededor todo son curiosidad, gritos, y sorpresa, yo me siento feliz.
Tranquilo, mi amor, pronto estaré contigo.

10 abril 2006

Esas palabras frías... Este mundo tan frío...

Consumido por tu propio corazón, atado a la oscuridad, destruyendo tu interior recordando el pasado, sentimientos perdidos en frías palabras, recuerdos dolorosos en cada pensamiento, imágenes amargas en cada rincón de tu cabeza, situaciones complicadas en cada etapa de la vida, afrontarlas es el dolor, de quizas no poder conseguirlas o el dolor de no volver a sentirlas.
El pasado es la oscuridad que entristece mi alma, que aumenta el vacío de mi interior, lágrimas derramadas en gotas de sangre, escriben palabras sin sentido dentro de mi amargandome día tras día.
El cielo de color funebre absorve el último rayo de luz, enfriandome en una prisión oscura y sombría en lo más profundo del corazón.
Sentimientos a flor de piel sintiendo un dolor real, es necesitar un espacio para poder respirar alejado de los demás, en mi soledad.
Consumido en la oscuridad de mis pensamientos, recordando el frio pasado.
Las frías palabras absorven la poca felicidad que un día hubo en mi.
Recordando el frío intenso del dolor.
Días lluviosos por ángeles tristes ahogados en su llanto, anochece, cubriendo con un manto oscuro las sensaciones destruyendo la atención de oscuras sombras que arrancan los sentimientos agradables.
Abandona toda esperanza adentrandote en los recuerdos pues es solo sufrimiento lo que encuentras en cada uno de ellos.
Abandona toda esperanza al cruzar las puertas del pasado pues solo encuentras depresión y melancolía en cada uno de los rincones.
La muerte es lo único justo de esta vida, borrando los recuerdos tristes y llantos interminables pero también injusta borrando los pocos recuerdos que valieron un día la pena.
Días nevados, ambientes nublados, tristes deseos jamás realizados, promesas rotas, amores olvidados, florecen llantos, horas interminables, días dolorosos y tiempo para olvidarlos.
Esas palabras son tan frías...Este mundo es tan frío...
Un mundo lleno de desesperación, de melancolía, un mundo con ganas de salir adelante pero mis recuerdos fríos me alejan de el encerrandome en mi misma, no siento la felicidad, todo es tristeza y pesimismo, en mis recuerdos sangrientos, en mis noches rotas, en mis pesadillas dolorosas, en mis sueños tristes.
No tengo a nadie a mi lado para seguir adelante, no tengo a nadie que me saque de mi horror, no tengo a nadie que alivia mis penas, sufro sola, pero hoy se que es el final de todo, el ultimo recuerdo de mi vida.
Esas palabras son tan frías...
Este mundo estan frío...

06 abril 2006

Untitled

Yo. Yo que resido en vuestros corazones. Yo que resido en vuestra mirada. Los niños me buscan inquietos, e incluso escriben sobre mí. Yo, soy la magia.

No habito en conjuros ni hechizos. No me encontrareis en libros, ni en palabras extrañas. Yo. Yo vivo en los corazones de las gentes, y nazco con cada mirada. Yo, causante de un nacimiento, de un flechado. Buscadme. Buscadme en cada raíz de cada planta, por que eso, además de ser magia es un milagro. Buscadme. Buscadme en las olas del mar, o en el sol que nos calienta. Buscadme en cada sonrisa, por que ahí, es donde habito. Buscadme en cada nueva vida, y buscadme en el viento, donde os susurro palabras a escondidas. Buscadme bajo las copas de los árboles, y en cada hoja caída. Buscadme en la risa de un niño, y en el primer amor. Allí os estaré esperando. Buscadme en las palabras de una madre, y en las lágrimas de una abuela, al ver a su nieto montar en bicicleta. Buscadme en las gotas que caen del cielo, por que soy yo, que lloro al ver la creación. Buscadme en las nubes que surcan vuestro cielo, y en las motas que se arremolinan en cada rayo de sol. Buscadme en la arena, enterrado junto a las conchas, y en la orilla de cualquier río, jugando con los peces. Buscadme en cada vida, por que ahí resido. Buscadme. Buscadme y me encontrareis, por que yo salgo a vuestro encuentro, por que yo estoy, en los ojos de aquellos a los que miráis, y en las sonrisas de los que os dan luz. Por que yo soy magia, y vivo, sueño, río, lloro, y pienso, contigo.

05 abril 2006

Japi flay

Hoy he visto por fin en tu cara una sonrisa. ¡Qué digo! Era una carcajada.
Y te la he provocado yo.
Ignoraba que tu piel rozaba esa flexibilidad, ignoraba que tus labios, podían tener otra pose distinta, que la de la tristeza.
Han sido muchos meses ya, viendo tus ojos empañados, tus manos temblorosas, escuchando tus dudas a través de tus silencios. Tus gritos, tus confesiones. Qué desperdicio de lágrimas, que falta de tacto por parte de tu cuerpo, el no dejarte expresar más que los desastres, que rodean tu humilde existencia.
Carita de pena, no te preocupes, que si algo puedo enseñarte es a valorarte a ti misma con el mejor humor del mundo. Y me deshago en payasadas, en ironías de la vida, en fonemas imposibles que nos hacen perder el sentido del tiempo y la importancia de las cosas que son urgentes.
Antes que nada.
Antes que nada tu alegría, y luego ya veremos si nos quedan ganas para la seriedad y los cumplidos. Tantas cosas que decirte que no sé como empezar. Despliego todo mi ingenio, descubro cosas de mí misma que no sabía que tenía. Poca vergüenza.
Sólo me ha hecho falta recurrir por un momento a mi época más hardcore para soltarte lo más macabro que se me ha pasado por la cabeza. Y te has reído, apoyada contra la pared con la mano en el estómago y con una expresión en la cara que no era tuya, sino de alguien que hace mucho había vivido dentro de ti.
Tu misma.

03 abril 2006

Desolación

Una mañana cualquiera no amaneció. La gente, acostumbrada a sus rutinas, fue igualmente al trabajo. Pero cuando llegó la hora del café y aún no había salido el Sol comenzó a preocuparse, quizá fuese el color del café lo que les hizo darse cuenta. "Será cosa de la contaminación", "será cosa del gobierno", "qué será será", se preguntaban. Se sintonizaron las radios en espera de una explicación que no llegaba, se llamó a familiares lejanos que confirmaron que en las Quimbambas tampoco había amanecido. Las miradas se sumergieron entonces en los papeles, se fijaron en las pantallas de ordenador e incluso se cerraron, cualquier cosa antes que afrontar el pavor de una ventana tenebrosa. Al anochecer de ese primer día oscuro la negritud se hizo más intensa y ni la luz de las farolas era capaz de atravesarla y llegar al suelo. Salir al exterior se volvió entonces peligroso y la gente de bien se quedó en casa, la de mal también, sin víctimas no valía la pena arriesgarse a un tropezón. A la mañana todo el país madrugó para mirar al Este. Ante ellos la oscuridad pero a sus pies una incipiente sombra. Ese día el Sol salió por el Oeste para desolación de aquellos que creen en verdades inmutables.