31 julio 2006

No quiero

No quiero, me niego a creer que pueda necesitarte. Es imposible verme dependiendo de ti. Tampoco me veo sin ti. Mientras tú piensas que hacer conmigo yo me estoy acostumbrando a ti. No puedo fingir que no siento lo que siento sólo porque tú no sepas que hacer, sólo porque puedas acabar con esto mañana.
No quiero necesitarte porque no puedo tenerte.

A veces creo que esto es lo más bonito que me puede pasar en la vida. Otras veces pienso que debería acabar con esto antes de empezarlo porque me puede llegar a doler demasiado. Y puede que ya no quiera aguantar más que se burlen de mí. Puede también que esté deseando que me hagan daño, porque eso significaría que antes me han amado y que he amado.
Es tan difícil pensar con la cabeza cuando es el corazón él que te habla. Todo lo fácil se torna complicado. Puedo ser racional, pero no me interesa serlo. Si me pongo a analizarlo todo no dejaré que suceda nada, y tengo muchas ganas de que suceda. Aunque después pase el resto de mi vida intentando olvidarlo.

Siempre intento ser equilibrada, y normalmente lo consigo. Pero ansío tanto amar desesperadamente, perder el control, no saber que parte de cuerpo es mía o tuya. ¿Dónde está el límite? ¿Quién pone el límite? Los límites están para pasarlos, o eso dicen.
¿Alguna vez amé? No lo sé con certeza, pero sé que ahora quiero amar. Y no a cualquiera, quiero amarte a ti. Porque de todo lo que me rodea tú eres lo mejor. Podría decir de todo lo que tengo, pero no te tengo, no eres mío. A pesar de que yo sea tuya. Me he convertido en lo que nunca quise, en una tonta con cara de felicidad.

Anoche temías que me estuviera enamorando de ti, ¿o temías que no pudiera hacerlo?
Si te soy sincera disfruto mucho más con la situación actual que con todas las situaciones que me han planteado otras personas en el mismo ambiente. Quizás si me estoy enamorando, debe ser porque cuando te miro a los ojos no veo nada más. Todo lo demás se queda muy por debajo del nivel de mis pies.
Y no te creas que he comido atún crudo sólo por satisfacerte. Porque entonces si no lo hubiese comido, si me hubiese negado a probar algo que desconozco es como si me negase a probar todas las cosas que me ofrecen, y no estoy en situación de dejarlo todo pasar. Además, no estuvo mal, aunque la idea de comer algo crudo... podré superarlo. Mientras no me hagas comer caracoles, alcachofas, mejillones... con esas cosas si que no puedo, y si no ha podido hacérmelas tragar mi madre en casi veinte años dudo que lo consigas tu ahora en un par de meses.

Soy bonita. ¡Jajaja! No puedo evitarlo, pero no dejes de decirlo. Dejémoslo en que me hago la víctima.

Ese humo de misterio que tanto te trabajas a tu alrededor no te lleva a nada. ¿Lo sabías? Pues ya lo sabes. Tanto no responder a preguntas me lleva a pensar muchas cosas. Que consideras que no merece la pena contestarlas, porque consideras que todo lo que me concierne a mí no merece la pena. ¿Has pensado que harás cuando te canses de jugar conmigo? A veces creo que tus hobbies de adulto te aburren, y te has buscado uno nuevo y distinto. Teniendo en cuenta que estas próximo a la crisis de los treinta y el coche y el piso ya lo tienes, ¿yo soy la niña de veinte?

Estaba pensando, no sé porque pienso tanto en todo lo que a ti respecta, si tú seguro que no lo haces por mí. Es como la frase aquella de: amar sin ser amado es como limpiarse el culo sin haber cagado. No sé que estás haciendo conmigo, tampoco me quejo, pero joder... lo único que estás consiguiendo es que de verdad me enamore de ti mientras tú te estás divirtiendo. Y claro, no está mal el estado de enamorada, hay que reconocer que tiene su lado bueno, a pesar de que no sea correspondido. Te das como ánimos para seguir, todo te parece más fácil, todo es genial, te centras en las cosas buenas y le quitas importancia a las malas, en fin... que ganas mucho. Pero por otra parte, todo eso que ves precioso y maravilloso se vuelve fangoso en cuanto despiertas de tu nube de algodón y ves que como siempre es un amor no correspondido. Que no por ello deja de ser amor, pero ganaría mas queriéndome a mi misma, al menos ya sé lo que opina la otra parte.
Más cosas... toda mi seguridad se va al desagüe si te tengo delante. Cosa que no comprendo. Porque más ridículo que he hecho delante de ti ya es imposible. Por dios, hasta nos hemos aguantado borrachos. Aunque a mí por norma general se me note menos. Ahora que recuerdo no, no llevo razón, he estado borracha muchas veces y se me ha notado muchísimo, pero por suerte o por desgracia ni siquiera te conocía entonces. Tampoco te conozco desde hace mucho.

06 julio 2006

Despedida en un espejo

El suelo estaba helado. El tembleque de su cuerpo le hacía perder el conocimiento por segundos. Notaba el gusto de sangre en la boca, y el dolor que tenía por todo el cuerpo. No tenía ni una pizca de fuerza para moverse. Se quedó durante mucho rato, tumbada tal y como la había dejado. Perdió el conocimiento, y cuando abrió los ojos el anochecer le acariciaba el cuerpo. Sus lágrimas eran amargas, desquiciadas. Se arrastró hasta el lavabo, para desinfectarse las heridas, aunque sabía que estaban secas por el rato que llevaba en el suelo. Gritando por el presente dolor, iba impulsándose con la punta de los dedos hasta llegar a la pica. Cuando se vio en el espejo, casi dio un brinco tremendo. La cara, magullada. Tenía la ceja rota, los labios hinchados y un moratón en el ojo. Estaba sudando, el pelo estaba enganchado a la cara. Se daba asco. La paliza que le había metido la humillaba. Se miró la falda, y estaba sangrando. Dio un grito que espantaría hasta la misma luna... Toda la falda sangraba... Su única alegría en estos meses, perdida. Su intento de hijo, un fracaso. Había abortado. Chilló hasta que sus pulmones se ahogaron, hasta que su sangre brotaba con tal fluidez de su sien que la mareaba. Cayó al suelo en redondo, llorando.
Pero que podía hacer ella... no podía irse así como así del infierno. Le quería hasta la locura, moriría por él. Aún así sabía que ese no era el motivo por el que no se alejaba de aquel hombre.

- Como un día se te ocurra irte de casa, te juro que te mato a ti y a los niños, y no lo dudaré. Eres la mierda más grande del mundo, mírate... das asco -dijo riendo-. Límpiate la sangre, pedazo de puta.

Una amenaza de muerte siempre daba miedo, y más conociendo a la persona de quién venía.


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Dio su último trago a la cerveza, y rápidamente se pidió otra, balbuceando palabras de un borracho fracasado.
Ahora se sentía un poco mejor, se había desahogado con su mujer. Él, aunque no lo quería admitir, sabía que no le pegaba porqué no había leche, o porqué ella no había preparado la cena que a él le gustaba.
Sabía que era un hombre sin futuro, siempre estancado en el mismo sitio, sin moverse. Su propia amargura la sonsacaba a puñetazos contra ella, así él se sentía poderoso, se sentía con el derecho a hacer con ella lo que quisiera. Se puso a reír. Era una mujer tonta, y las mujeres no valen una mierda. Son estúpidas, solo sirven para fregar los platos y para hacerle una repasada al interior de su bragueta. Para nada más.
Después de unas 6 cervezas más, se fue a su casa balanceándose. Y ahí vio a su mujer, tumbada en el suelo del lavabo ensangrentado. No se asustó cuando supo que no respiraba.
Miró al espejo, y con sangre había letras malformadas. "Muérete, cabrón". De una carcajada, cerró la puerta del baño.


Ella no murió de dolor. Murió de pena.

04 julio 2006

Ojos verdes

Recurso de hombres en pena, almas medio muertas que me compran y después me tiran. Medio llena. Medio vacía.
Vivo la mitad de mi existencia entre sus manos locas que nunca sabes donde te van a dejar y después, cuando han curado sus penas, me tiran, me estrellan contra una farola, y mis miles de pedazos verdes y cortantes se esparcen por las aceras siendo yo entonces el peligro andante del que todo el mundo se olvida, cuando ve aquellas antiguas ánimas urbanas convertidas en patéticos “nuevos felices”.
Nuevos felices que mal disfrutan de su estado de embriaguez.
Nuevos felices que al pasar al estado de doble dolor, dolor físico, dolor psíquico, se sienten mal, sucios, malolientes y apestados de una sociedad que no comprenden y que tampoco intentan ver con otros ojos, con ojos vivos, ojos sin pena.
Penas que no desaparecen conmigo, que se acentúan más aún, si cabe, y que continúan a la mañana siguiente junto con el dolor de cabeza, de pensamientos, junto con la rabia contenida por no poder dar marcha atrás en el tiempo y corregir los errores, las palabras dichas y las no escuchadas por unos oídos ciegos al murmullo de los te quieros.
Para esto sirvo.
Por qué no podré ser una de esas botellas que llevan las penas contenidas de otro modo. Una de esas que flotan a la deriva en océanos inmensos como las letras que húmedas de sal descansan en su interior, esperando ser recogidas tarde o temprano por la arena, por unas manos cálidas, por una mente enamoradiza dispuesta al amor y al perdón.
Pero como alguien me dijo una vez, todos tenemos un cometido y un destino en la vida que nos toca vivir, si soy lo que soy será por que así ha de ser.
Mi cuerpo de botella ya no puede cambiar su destino. ¿Y tú?